martes, 15 de diciembre de 2009

El comienzo

Porque todo movimiento tiene un comienzo…
Todo comenzó una tarde de calorcito. Mendoza yacía en la quietud de la siesta. Los platos estaban secándose sobre el repasador. Las moscas merodeaban los restos de las migas de los panes de los pájaros que picoteaban los restos de las migas de los panes de rosetas que engordaban.
El piso estaba pulcro, brillante; recién trapeado por el palo de piso y el trapo de camisón desgastado. La perra buscaba el frescor de las baldosas, a las cuales les había llegado la sobra de los paraísos; mientras las petunias se achicharraban bajo el amarillo sol de las tres de la tarde.
Y así estábamos nosotros, aburridos de permanecer estáticos, cansado de leernos entre nosotros mismos.
_ ¡Esperá un momento! ¿Quién te dijo que vos tenías que contar el comienzo?
_ Bueno, soy un libro de relatos. Supuse que la narración ayudaría, que sé yo.
_ Está bien. Pero imaginate a alguien que no le guste el género narrativo. Dejarían de leer al toque. Yo creo que todos tenemos que tener la posibilidad de participar.
_ ¿Cómo sería el comienzo desde tu perspectiva?
_Así:
Personajes:
Libros:
           - El Político
- El Sociológico
- El Poeta
- El Diccionario
- El Mágico
- El Esotérico
- El Esotérico (con forma de viejo sabio)
La Mediadora
El Espejo Extrovisor
El Espejo Introvisor
Acto Primero
(Sobre una estantería de madera vieja y quebrajada)
El Político: _ Nosotros somos el poder del saber. Es hora de hacernos valer por lo que contenemos y no por lo que costamos.
El Esotérico: _ La quietud no es saludable, todo debe estar en movimiento.
El Sociológico: _ Es el momento de organizarnos. Tenemos que tener nuestro propio Movimiento.
El Poeta: _ Como un ave vespertina cuyo canto tibio embebe a los juglares, así la vertiente ambarina de las hojas y las letras, dará agua al amante y sed a los poetas.
El Diccionario: _ Significa que los libros van a servir para algo.
El Político: _Estando todos de acuerdo, deberíamos proceder a la realización empírica del movimiento.
El Sociólogo: _ Yo propongo una revolución.
El Poeta: _ Os rehuso a cuestión tan poco inmaculada.
El Esotérico: _ Yo creo que deberíamos dejarnos llevar por las señales.
El Político: _ ¿Como cuáles?
El Esotérico: _ Cuando capte alguna, te aviso.
El Político: _ Tenemos que hacer valer nuestro más sincero derecho a ser leídos. ¿Pero cómo?
El Sociólogo: _ Nos tienen empolvados. Esto es lo que ha hecho el individualismo, se coleccionan los libros, no se prestan, y así nos vamos muriendo poco a poco.
El Poeta: _ Llega el tiempo desde siempre y nos damos cuenta que el olvido corrió la tinta de nuestras letras. Yacemos inmóviles como los árboles, a quienes pocos les reconocen su savia viva.
El Mágico: _ Yo podría hacer que las personas se olviden que nos leyeron, y entonces tendrían que volver a leernos y estaríamos felices. A mí me hacen cosquillas cuando me leen. Ji ji ji.
El Esotérico: _ He aquí la señal.
El Político: _ ¿Qué señal? ¡Yo no veo ninguna!
El Sociólogo: _ ¡Eso! ¡Tenemos que volver a ser leídos! ¡Pero no por la misma persona que nos leyó y se olvidó de nosotros! ¡Tenemos que llegar siempre a lectores nuevos! Para eso necesitamos la ayuda de usted, libro mágico. Pero no de esa forma. Tendríamos que lograr que alguien sea nuestro vocero. Que alguna persona forme el Movimiento guiados por nosotros.
El Político: _ ¡Ah! Yo propongo a nuestra lectora. Tiene el equilibrio exacto entre la locura y la cordura como para hacernos caso y no pasar por loca ante la gente.
El Mágico: _ ¡Sí! ¡Ella tiene el pensamiento mágico suficiente como para que mis encantamientos se realicen!
El Sociólogo: _ ¿Qué? ¿Tu magia es ilusión?
El Mágico: _ Sólo los que creen en la magia, pueden ser beneficiados por ella. El resto deberá solucionar sus problemas a pulmón. Ji ji ji
El Esotérico: _ Has dicho una de las verdades universales.
El Político: _ ¿Qué? Déjense de divagar y pónganse a trabajar.

Telón
Fin del primer acto
Acto Segundo
(En la habitación de la Mediadora elegida)
El Mágico (dirigiéndose al Esotérico y en voz baja): _ Vamos a tener que actuar en conjunto. Yo le doy vida al espejo de su pieza y al del baño. Uno se llama Extrovisor y el otro Introvisor.
El Esotérico: _ ¿Son amigables?
El Mágico: _ Los saqué de un libro de psicología.
El Esotérico: _ Mmm. ¿Y qué querés que haga yo?
El Mágico: _ Aprovechar ahora que está dormida para meterte en sus sueños.
El Esotérico: _ ¡Eso lo hago siempre!
El Mágico: _ ¿Así que eso hacías cuando te ibas a escondidas?
El Esotérico: _ ¡No se lo digas a nadie! Es una misión que tengo.
El Mágico: _ Bueno. Yo voy a los espejos y luego vuelvo a la estantería.
El Esotérico: _ Está bien. Me meto en el sueño y veo qué hago.
El Mágico: _ Tenés que lograr que ella vaya a verse a los espejos. Chau.
El Esotérico: _ Bueno. Chau.
(El Esotérico adentro de la Mediadora)
El Esotérico (con forma de viejo sabio): _ ¡No te da vergüenza m`jita!
La Mediadora: _ ¿Qué?
El Esotérico (con forma de viejo sabio): _ ¡Todos los libros que tenés ahí olvidados!
La Mediadora: _ ¡No los tengo olvidados! ¡Los tengo guardados como un tesoro!
El Esotérico (con forma de viejo sabio): _ Un tesoro muy valioso que sólo brilla a la luz de la lectura.
La Mediadora (pensando): _ Debería hacer algo para vuelvan a brillar.
Telón
Fin del Acto Segundo
Acto Tercero
(La Mediadora se despierta y se dirige al baño)
La Mediadora (mirándose al espejo): _ Tengo que hacer algo.
El Espejo Introvisor: _ Sos una egoísta con tus libros. Tenés los libros guardados haciéndoles perder su misma esencia de libro.
La Mediadora: _ Tenés razón. Pero, ¿qué puedo hacer?
El Espejo Introvisor: _ Vos que tenés vocación de servicio deberías donarlos, darlos, prestarlos. Algo así.
La Mediadora: _ Sí. Pero tendría que hacer algo como para que los libros estén siempre en movimiento. Que circule la lectura. Algo así como “Los libros libres”, “La Biblioteca Móvil” o “La máquina de instrucción masiva”
El Espejo Introvisor: _ Tendría que ser algo que te gratifique el alma.
La Mediadora: _ ¡Eso es! ¡Un libro por un libro! ¡La gente podría dar un libro del que tiene y llevarse otro! ¡Después puede volver a traer ese libro o no, o traer otro! ¡Sería como un intercambio directo! ¡Sin burocracia!
El Espejo Introvisor: _ Muy bien, ahora andá a cambiarte y contale a tus amigos.
(La Mediadora se dirige a la habitación)
La Mediadora (arreglándose la ropa y mirándose en el espejo): _ Al fin los libros van a estar en movimiento.
El Espejo Extrovisor: _ ¿Y vos los vas andar llevando de aquí para allá?
La Mediadora: _No… No sé eso. ¡Tendrán que moverse por sí mismos! Ja ja ¡Naturalmente!
El Espejo Extrovisor: _ ¿Y qué le vas a decir a la gente?
La Mediadora: _ ¡Qué tienen vida!
El Espejo Extrovisor: _ ¿Y ellos van a creerte?
La Mediadora: _ Van a creer que estoy loca. Ja ja
El Espejo Extrovisor: _ ¿Acaso no lo estás?
La Mediadora: _ ¿Lo decís porque hablo con los espejos?
El Espejo Extrovisor: _ No. Por creer que los libros tienen vida.
La Mediadora: _Si vos creés que yo creo que los libros tienen vida me vas a ser creer que estoy loca. Si yo creo que estoy loca, voy a creer que los libros tienen vida más allá de los que creás vos que yo crea o no. Y si vos creés que estoy loca porque me hiciste creer que yo creo que los libros tienen vida, ¡me voy a divertir muchísimo!
El Espejo Extrovisor: _ Entonces tenés locura pero no estás loca.
La Mediadora: _ Eso es lo quiero hacerte creer.
El Espejo Extrovisor: _ Me volviste loco.
La Mediadora: _Eso te pasa por las juntas.
El Espejo Extrovisor: _ ¡Basta! En conclusión, ¿qué vas a hacer?
La Mediadora: _Yo nada. Los libros acaban de crear a través de mí “El Movimiento de los Libros”
(Los libros, desde la estantería, aplauden y se regocijan)
TELÓN
Fin de la Obra
_ ¡Todo muy lindo! ¡Pero hay gente que no lee obras de teatro porque son para ver!- dice el libro de relatos.
_ Entonces terminá el relato- le contesta.
_ Muchas gracias.
_ ¿Y yo?- pregunta el libro de poemas.
_ Esperá tu turno- le contesta el libro de relatos.
_ ¡Qué ingrato!- responde el libro de poemas y le da vuelta la página.
…Y así estábamos nosotros, aburridos de permanecer estáticos, cansado de leernos entre nosotros mismos. Cansados ser los únicos que sabemos que tenemos vida, igual que cuando éramos árbol.
Cambiar de cuerpo, morir y volver a nacer, no significó que las personas sean menos ignorantes.
Decidimos intervenir, a nuestro modo, para ser leídos y cumplir con nuestro destino.
Nuestra supuesta dueña, estaba en su habitación mientras nosotros nos organizábamos. Digo “supuesta” porque, considero, pertenecemos al que nos lee, no al que nos tiene. Y cuando dejan de leernos, dejamos de pertenecerle. Lo paradójico es que ese acto de apropiación, es cuando nos sentimos más felices porque no hemos sido olvidados.
La elegimos como mediadora porque tenía que estar lo suficientemente loca como para escucharnos y lo suficiente mente cuerda como para que no la tomen por loca.
Dormía soñolienta sobre las sábanas humedecidas por la transpiración de la piel. Hasta el calor de la conciencia comenzó a impacientarla. Movía su cuerpo en diferentes posiciones. Espantaba las moscas o mosquitos o fantasmas con su mano tendida al suelo por la pesadez del sueño.
Con tantos pensamientos logramos que se despertara y vino a vernos. Pensó, quizás, “Hace mucho calor como para dormir, mejor me pongo a leer” y se encontró con la sorpresa.
Estábamos todos organizados en su estantería improvisada tal como ella nos había puesto. No había cambiado la forma, sino el sentido. Al vernos, al dejarnos ver, se quedó pensando. No tomó ningún libro, no leyó ni los títulos pero sí alguna pieza de su cabeza se había corrido de eje, algún pájaro se había volado, algún jugador le faltaba.
Fue al baño y se inspiró de la forma más interesante. Miró el papel higiénico y se preguntó “¿Qué árbol no se transforma en algo útil?” Salió del baño y llamó a sus amigos para avisarles que los libros habían fundado “El Movimiento de los Libros”
Sus amigos se compadecieron de ella y decidieron llevarle el apunte. Es que aunque ellos a veces duden, son personas mágicas, guardianes de la fantasía.
_ Una dulzura el relato, sobre todo la parte del papel higiénico- opina el libro de obras de teatro.
_ Esa parte es la que no entendí- critica el libro de poemas.
_ A ver señor belleza, ¿cómo lo hubiera contado usted?- le responde el libro de relato.
_ Voy a intentar pero admito que no estoy inspirado.
_ Deberías ir al baño.
_ No me hace falta. Ahí va:
Permanece.
Sujeto a obviedades perversas,
Lejanas de miradas cautivas
Recorren las páginas y gozan.
Quieto.
A la oscilación de sus dedos humedecidos
Con la tinta china de su rimel negro
Escribe con lágrimas
Y juega con palabras que desdibuja a lo lejos.
Muerto.
El grito de un libro dormido en silencio.
Preso de verborragia,
Cadáver de secretos,
La garganta entumecida y la aparición en el sueño.
Dormida.
Escucha el rezo en cascada amarilla
Y cree en misiones
Mágicas divinas.
Y los libros a merced de sus rieles de lata,
Recorren la ruta
Mezclando todo
Con azúcar y agua.
Libre.
Las hojas que caen hablan de razones
Les crea una estación de otoño, una estación de trenes
Inmaculadas,
Se mueven sujetas a móviles designios
Que contienen en sí la luz y el destino.
_ Inentedible pero bello.
_ Todo un poema.
_ Gracias por sus halagos e insultos.
_ Bueno, ¿y ahora qué hacemos?
_ Será mejor que dejemos de hablarle a la mediadora.
_ Sí, ya me cansé de tipear.

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